El Oro de Moscú eran monedas de chocolate

No comenzó bien la parada en Moscú. Me pase unas seis horas dándo vueltas por la ciudad en busca de un sitio dónde dormir, y a ese paseo hay que añadirle que iba cargado con la mochila y hacía muuuucho frío.

Al final encontré un hostel genial, les he traducido su página web al castellano, y les he hecho unas fotos y a cambio me han dejado alojarme gratis, me han pagado unas pelillas y me han invitado a un vodka! este es el espiritú!

El viaje desde San Petersburgo no fue tan malo como esperaba. Compré el billete más barato posible, lo cuál decía que tenía que salir de madrugada y en la peor clase. Por cierto que las taquilleras rusas están a la altura de su reputación de rancias y frias. Me esperaba un vagón lleno de gallinas y de rusos borrachos. Pero la verdad es que, a parte de que era un vagón sólo con camas, fue mucho mejor de lo que esperaba.

La soledad de los quitanieves

Así que una vez en Moscú, la ciudad tenía la obligación de no decepcionarme.

Esta es toda la cara de ruso que sé poner

Moscú es una ciudad de rascacielos, de mucho tráfico, con alto índice de criminalidad (según me contaba un ruso que conocí, pero tengo que decir que yo no he tenído ningún problema). En cierto modo recuerda a Madrid, con lo bueno y lo malo que eso supone.

Una mención especial para el metro, uno de los más grandes del mundo y que mueve a cientos de miles de personas a diario. Las estaciones tienen un aire que parecen museos, con vidrieras y estatuas. Al final de cada escalera hay una señora en su puestecito de cristal, con cara de aburrida que aún no se que labor realiza, pero es curioso verlas ahí. Para entrar no hay tornos, y enseguida me vino la vena española de esto es gratis, pero luego me di cuenta que si intentas pasar sin el billete, que es magnético, se cierran unas barras que te dejan encerrado y empieza a sonar una musiquita espantosa para delatarte...

En fín, esta es mi visión de Moscú, una ciudad con muchos peros pero con mucho encanto también. Al final los cuatro días que he pasado aquí me saben a poco. La siguiente parada aún no la tengo decidida. He comprado un billete para hacer el Transiberiano, lo cuál me dará unos 5 o 6 días para decidir si me quedo en Irkutsk o voy a Mongolía.

Gobo, encontré una postalica en Moscú!

до свидания Москва!