De oeste a este en colectivo

Porque así se le llama acá a los buses, colectivos. Dejé Bolivía ya hace unas semanas en un bus hasta la frontera. Si los colectivos en Argentina son el mejor medio para viajar, muy cómodos, no puedo decir lo mismo de los de Bolívia. Nueve horas encerrado en un bus enano, con las rodillas apretadas, con las gallinas y mucha gente subidos unos encima de otros. Y el conductor no ayuda viajando a tanta velocidad por esos caminos infernales...

Y así llegué a Argentina, dejando a mis compañeros de viaje que se fueron cada uno en una dirección, con la seguridad de encontrarnos en la vuelta al mundo que viene. El primer destino fue Salta, una ciudad pequeña pero muy linda, en la que fue sólo una pequeña parada de un par de días.

Después de 24 horas de colectivo, llegué a Córdoba, una visita marcada en rojo en el calendario del viaje. Allí fue donde, muy a mi pesar cumplí un añito más, pero donde sin embargo me sentí más joven que nunca. Y después de Córdoba, tenía muchas dudas sobre que camino seguir. Porque la idea era bajar hacía el sur, hacía la patagonia, hacía el frío... Pero pensé que no iba a poder disfrutarlo, es demasiado frío (en Bolivía por las noches la temperatura caía hasta los -15°C, así que no quiero pensar en que me esperaba tan cerca del polo sur).

Así que, aún a riesgo de llevarme las criticas de los amantes de las focas y las ballenas (sé que alguna crítica me llevaré de todos modos), decidí que mi nube y yo seguiríamos camino por el norte, hacía las cataratas de Iguazú, en la frontera con Brasil. Eso si, después de otras 24 horas de colectivo. Al menos hará mas calorcito por ahí que en el sur. Y que decir de las cataratas... el espectáculo natural más grande el viaje!

Gobo, aquí te mandó una postal pasada por agua!!