Atravesando Mordor

Después de salir de Yogyakarta decidí ir a ver alguno de los numerosos volcanes que hay por toda Indonesia.

Aqui comenzaba la aventura de los transportes públicos. Es realmente complicado moverse por este país, pero eso si, muy divertido... El primer tren me llevo desde Yogya hasta Surabaya, una ciudad cercana al volcán de Bromo,  desde donde pensé que sería fácil llegar. El tren es un auténtico show, lleno de vendedores ambulantes que saltan y trepan  por el tren a antojo, además de ser un tren incómodo, sucio y lento como he visto pocos.

Una vez en Surabaya, no pude encontrar nada para llegar hasta Bromo. Las agencias de viajes me pedian precios desorbitados  por pasar una noche cerca del volcán y volver a la ciudad. La posibilidad de alquilar un 4x4 no era muy fiable, eso de  conducir por la izquierda en un país en el que conducen como locos, no entra dentro de mis planes...

Así que decidí dejar Surabaya y probar suerte en un pueblo mínimo llamado Proboninggo, en las faldas del volcán. A  todo esto, me estaba quedando sin dinero en efectivo, y no sabia muy bien porque pero los cajeros se negaban a darme dinero. Gasté mis últimas rupias en el tren que me llevaba a ese pueblo, y que sea Locke dios quiera, y sabiendo que las posibildades de encontrar un cajero en el que mis tarjetas funcionasen, eran cada vez menores.

Pero si, lo encontré. Si he aprendido algo viajando es que las soluciones llegan por si solas. Sólo hay que esperar.  Para llegar a la cima de la montaña, hay que coger bemos, que vienen a ser furgonetas que hacen de taxis, y que salen  cuando están llenas de gente. Toda una experiencia

Y Bromo? Pues ya veis las fotos, un paisaje desolado que te deja la sensación de estar en el fin del mundo.

Después de Bromo, el siguente objetivo era Iyen, otro volcán activo. Pero este además está lleno de piedras de azufre que le dan un toque amarillo único y muy atractivo. Para llegar allí, pues otro bemo. Pero este me llevo por caminos intransitables, solo aptos para cabras y locos.  Para recorrer 5km necesitas una hora (mis compañeros moros sabrán de lo que hablo). Así que tras un día de camino para  recorrer unos pocos kilometros, me planté en Iyen.

La lluvia me esperaba a la llegada. Y aquí cuando llueve, llueve. Tras tres kilometros montaña arriba y andando bajo la intensa lluvia,  en un desnivel de unos 1000m lo convirtieron en una de las expericencias más duras de mi vida, y cuando llegué a la cima... ¿merece la pena? pues con tanta lluvia no pude  tomar muchas fotos, pero os aseguro que el panorama es increible.El color amarillo del humo es por el azufre, que puedo asegurar que no huele exactamente a perfume.

Y tras mi viaje a través de Mordor, ya me merezco llegar a la playa.... próximo destino, Bali!