O Rapa Nui, como prefieran. Una isla en mitad de la más absoluta nada en mitad del Pacífico. Y para mi, la ultima parada antes de llegar a sudamérica. Vuelve el castellano al viaje.
Siempre había sentido curiosidad por esta isla perdida. Y mi paso por allí no ha hecho sino incrementarla. ¿Qué son los moais? ¿cuál es su significado? ¿cómo los movian? ¿por qué en las canteras aún se pueden encontrar algunos a medio construir? ¿los Rapa Nui dejaron de hacerlos de un día para otro? ¿por qué el resto de la isla está desolada? Demasiadas preguntas sin contestar.
La isla es diminuta, con solo unas cuantas calles en un único pueblo en toda la isla. Unos cuantos de volcanes, ningún árbol (estando en el pacífico... dónde están las palmeras??) y muchos muais.
Muchas de estas preguntas aún hoy en día no tienen respuesta, o son puras especulaciones. Y no seré yo quien conteste a estas preguntas. Pero puede que con la historia de la isla se puedan entender mejor.
Los primeros habitantes de la isla, los Rapa Nui, fueron los que contruyeron las grandes estatuas. Para transportarlos, y colocarlos de pie (unas 10 toneladas pesa un bicho de esos) necesitarían troncos, al menos así pensaría un ingeniero hoy. ¿Pero fueron tan tontos de talar todos los árboles de la isla y que ni si quiera tuvieran madera para hacer un barco y se quedaron atrapados? Y así fue hasta que vino el gran hombre blanco y ahí se acabo la historia de los Rapa Nui como tal.
Y dejando al lado estos temas, mi estancia en la isla fue genial. Con el castellano de vuelta, y viendo el poco inglés que hablaban por las calles, pronto me conventí en el interprete oficial del hostel en el que me alojaba. Enconté a mis hobbits en Marco (Suiza), René (Suiza), Marcus (Suecia), Adrian (Inglaterra), hicimos una comunidad con la que viaje por la isla. Tan bien fue, que de momento, en sudamérica seguiremos viajando juntos.
Gobo, te mando esta postal llena de preguntas!